viernes, 13 de marzo de 2015

Oportunidades a cambio de esfuerzo



Hay que fomentar valores, que sientan suyo su equipo. El fútbol es pasión, así que forma al jugador y dales sentimiento. Yo quiero ganar y para ello hay que formar futbolistas. No es una idea impuesta, es que yo me lo creo”. Con esa frase se despidió Luis Enrique en 2011, cuando se marchó del Barça B.

Firme creyente de la filosofía de cantera, el asturiano se pronunciaba sobre la incompatibilidad de tener urgencias con desarrollar un buen proyecto de fútbol base. Hablaba de la necesidad de fomentar la cantera como un proyecto a medio-largo plazo, para el cual se requiere mucha gente especializada. Un gran entramado de profesionales del fútbol, personas en el scouting, en la captación y, por supuesto, entrenadores con calidad formativa.

Luis Enrique, aunque sabe de la importancia del entrenador, defiende que son los jugadores los que sacan adelante un proyecto y es por ello que confía ciegamente en ellos. Nunca trata a todos sus futbolistas por igual y, en esta nueva etapa, no examinará por igual tampoco a los canteranos que suban a entrenar o a jugar con el primer equipo: serán los más exigidos.

Precisamente durante su época como entrenador del Barça B y con Guardiola dirigiendo la primera plantilla, fue cuando más jóvenes ascendieron con éxito. Pese a que a Lucho no le gustaba perder jugadores, conocía su función y sabía que era lo que tenía que hacer.

Ése es el mayor hándicap del Barça B respecto al resto de equipos de la competición: pierde a sus jugadores más importantes en todas las jornadas. Esta temporada, Eusebio se va a tener que acostumbrar a esto más que nunca, porque en el banquillo del Camp Nou al fin hay alguien que piensa contar, y mucho, con sus jugadores.

Luis Enrique, consciente de que los que vienen desde atrás llegan con muchas ganas y de que ya se ven capaces, va a abrirles las puertas de par en par. Como ya hizo en el Barça B con los juveniles o en el Celta de Vigo con futbolistas como Santi Mina o David Costas entre otros. Pero no regalará nada.

En su rueda de prensa de presentación se expresó sobre los jóvenes en estos términos: “Sé que están preparados, pero es un tema mental. Tienen que vivir por y para jugar en el primer equipo del Barça”. Y no va a exigirles menos que eso. No aceptará que los jugadores no sean ambiciosos y se engañen no dando el máximo de sí mismos. Es consciente de que el jugador de 16 años del FC Barcelona está muy influenciado por el entorno y de que no necesitan más palmaditas en la espalda, sino exigencia, confianza y mucho trabajo.

En las anteriores campañas la promoción de canteranos al primer equipo no ha sido demasiado exitosa y los ya ascendidos no contaron con tantos minutos como sería deseable, ya sea por sobrecarga de suplentes de peso, por ciertas dudas estructurales o por escasez de confianza.

A Luis Enrique nunca le temblará el pulso para recurrir a la jóvenes recién llegados. No confía menos en Masip que en Ter Stegen o en Bravo, ni considera más prescindible a Rafinha que a Xavi. En el actual Barça no hay ningún jugador irremplazable y si lo hay, Lucho no se lo va a hacer saber. En busca de la competencia feroz, sus futbolistas no sabrán las alineaciones hasta una hora antes del partido y rara será la semana en la que ningún futbolista del filial entrene bajo sus órdenes.

Eso sí, olvidémonos de que vaya a llamarlos por compromiso u obligatoriedad ni para cumplir un cupo. Cuando los Munir, Adama, Samper o Grimaldo entrenen o jueguen con el primer equipo, será porque cree en ellos, porque su calidad en el trabajo así lo requiere y porque los ve preparados –sobre todo mentalmente- para dar el paso.

Esta temporada la comunicación entre Luis Enrique y Eusebio será constante y lo esperable es que los ascensores vuelvan a retomar aquel ritmo frenético al que tan bien nos acostumbró Pep.