- Artículo escrito para Rondo Blaugrana y publicado el 29 de noviembre de 2013 -
Cada año, una generación juvenil de futbolistas sabe que se acaba su tiempo
en el fútbol base. Que entre mayo y junio sabrán si su futuro pasa por el
Miniestadi o si tendrán que valorar otras opciones fuera de su club de origen.
En el FC Barcelona la criba siempre es especialmente dura aunque sean
muchos los que se quedan. Como es evidente, la situación en la que se encuentre
el filial en ese momento marca las promociones y las salidas. A veces los
buenos tienen que irse porque no tienen sitio en una platilla ya equilibrada y,
sin embargo, en otras ocasiones los menos brillantes tienen la oportunidad de
quedarse gracias a la falta de efectivos.
Se acostumbra a decir, y es cierto, que el salto del Barça B al primer
equipo es complicado, pero no es menos certero que el paso del Juvenil A al
Barça B acostumbra a ser incluso más difícil. La división de honor juvenil es
siempre una categoría dura y disputada, pero nada que ver con las exigencias a
las que está sujeto un filial en toda una Segunda División.
Es de sobra conocida la preparación por la que pasan los canteranos culés
antes de llegar a este momento crucial en sus carreras como futbolistas. Algunos
de ellos dan el salto antes de que se vean obligados por la edad, pero otros -la
mayoría- tienen que darlo acabado su tiempo como juveniles.