jueves, 4 de julio de 2013

El fútbol según Luis Enrique


- Informe publicado en el Club Perarnau


“La vida de futbolista te da la posibilidad de rehacerte cada temporada, pero en la de entrenador igual que hoy estás ahí, en 5 meses puedes no tener nada”. Así hablaba Luis Enrique en su última entrevista para BarçaTV, donde aseguraba que ser futbolista es mucho más gratificante que ser entrenador y que él cambiaría su rol sin pensarlo ni un segundo.

Cuando Luis Enrique fue nombrado técnico del Barça Atlètic, no fueron pocos los que pusieron en duda su incorporación. Los más críticos cuestionaban que fuera un hombre capaz de emplearse al 100% en el fútbol, cuando desde su retirada como jugador se le había visto más atento a otros deportes que al balompié, pero la implicación casi obsesiva de Lucho hizo que las dudas respecto a él se disiparan pronto.

Al igual que fue un jugador de carácter, se convierte también un entrenador de carácter. Y si bien es cierto que es Guardiola quien marca la línea a seguir, Luis Enrique será el que desarrolle aún más la idea de su antecesor e implante definitivamente la cultura del esfuerzo en el filial.  Lo que el técnico asturiano propone desde el primer momento es disciplina, ambición y competitividad extrema. Y a partir de ahí, que llegue todo lo demás.


SUS OBJETIVOS

Luis Enrique es exigente y duro, pero deja trabajar y confía mucho en la capacidad de sus jugadores. En el Barça B todos se sintieron importantes y la evolución del juego fue espectacular durante los tres años que duró la etapa de Luis Enrique. Al principio les costó arrancar, en Segunda B incluso llegaron a estar penúltimos en la clasificación, pero al técnico le sirvió para disipar dudas y darse cuenta de quién quería estar y quién no. Hicieron piña y al siguiente año los jugadores se metieron por completo en la dinámica que Lucho buscaba. Esa segunda temporada el equipo jugaba siempre con la sensación de que no iba a perder, los jugadores estaban tan convencidos de lo que hacían que la posibilidad de caer no existía en sus cabezas. De hecho, a pesar de la poca fortuna en los sorteos en el playoff de ascenso, Luis Enrique jamás pensó en la posibilidad de no ascender, en ningún momento vio peligrar el ascenso. El equipo volaba ante la oportunidad de estar en Segunda División.


Una vez ganada a pulso una plaza en la Liga Adelante, el técnico tuvo que enfrentarse al hándicap que se le presenta a cualquiera que no puede aspirar a mucho más de lo que ya ha conseguido: “el problema de mi equipo es que no puede ascender, porque yo estoy seguro que de no ser así, el resto de equipos lo tendrían casi imposible para ganarnos. Ningún equipo de playoff querría al Barça B como rival”. Lucho, que aseguraba que marcar objetivos de inicio no iba con su manera de entender el fútbol, tuvo que inventarse uno para motivar a sus jugadores. “A mí ser el mejor filial de la historia me daba igual, pero al jugador tenía que convencerle de que era algo muy importante. Necesitábamos que se lo creyesen, porque si un equipo no lucha por algo, acaba perdiendo las fuerzas”, admitió una vez acaba su andadura en el Barça B y conseguido el reto que propuso a sus jugadores: obtener la mejor clasificación en los 43 años de historia del filial blaugrana.

En Roma renunció antes de acabar contrato, pues la manera tan visceral de entender su trabajo hizo que las derrotas –dentro y fuera del campo- acabaran con su energía. La Roma es un club al que pocos entrenadores sobreviven y Luis Enrique pronto se dio cuenta que subsistir a la AS de Francesco Totti iba a ser casi imposible.

Los problemas para el técnico fueron varios, partiendo de Totti en el papel de deidad y la casi imposición de hacer que esto siguiese siendo así. El verano fue ilusionante y se vislumbraban buenos mimbres, pero el flojo arranque de temporada –incluida la eliminación europea ante un inofensivo Slovan Bratislava- ya puso la duda sobre Lucho; la frustración por ver cómo al final el equipo desperdiciaba cada oportunidad que tenía de plantarse en la parte alta de la clasificación, acabaron con él. Seguramente, si hubiese aceptado seguir en el club, él y la Roma todavía irían de la mano. Máxime cuando estamos hablando de un técnico que apuesta más por la solidez a medio plazo que por el éxito inmediato: “el éxito es efímero e irreal. El que se vea engañado por el éxito o el fracaso, está hundido en la miseria. Ambos existen pero lo importante es saber por qué llega el éxito y por qué llega el fracaso”.



LOS JUGADORES

Para Luis Enrique los jugadores son siempre los causantes y protagonistas del fútbol, son los que sacan adelante un proyecto. Lucho necesita que el jugador perciba que confía ciegamente en ellos (llegó a decir que sus pupilos eran mejores que los del primer equipo), pero no acepta que un jugador no dé el máximo de sí mismo. Es muy estricto porque considera que desde la exigencia el jugador da mucho más  y, como futbolista que fue, sabe que al deportista sólo se le llega desde el convencimiento. No consiente que los intereses particulares de ninguno estén por encima de los del colectivo, en sus equipos el pensamiento individual es imperdonable. “El único jugador imprescindible es que el suma cuando está en el campo, en la grada o incluso en el hospital”, manifestó en referencia al veterano Armando Lozano.

Al asturiano le gusta sorprender a sus jugadores en los entrenamientos (aunque no cada día porque esto podría dificultar la adquisición de roles), que no conciban que siempre se hace lo mismo, que el jugador perciba que hay un trabajo detrás y que el entrenador es el primero que se esfuerza por el bien del equipo. Lucho admite que se equivocó muchas veces, pero que los jugadores supieron apreciar que los errores fueron cometidos intentando ayudarles y que eso resultó importantísimo en el devenir del colectivo.
Los que subían del juvenil ya se veían capaces de dar la máxima nota con el filial, no había que convencerles de nada (el ejemplo más claro es Sergi Gómez, que subió para cubrir una baja y se convirtió en el hombre más importante de la defensa durante todo el playoff de ascenso). Durante esos tres años de Luis Enrique en el B y Guardiola en A, el camino se abrió más que nunca para los canteranos. “Nosotros no hemos inventado la pólvora”, explicaba Lucho, “en el Barça, el que es ambicioso puede llegar a ser futbolista del primer equipo. Y ésta no es una idea impuesta, es que yo me la creo”.

27 jugadores tuvieron minutos en su primera temporada al mando del Barça B, 31 en la segunda y hasta 33 en la tercera. Luis Enrique nunca tuvo miedo de sentar en el banquillo a los mejores y de sacar a juveniles si consideraba que los últimos habían trabajado más y mejor. ¿El barómetro para determinar esto? Los entrenamientos.



ENTRENAMIENTOS

No importa si el día de antes has sido un titular más o menos acertado, un suplente de los que ni siquiera salen a calentar o un descartado en la grada. Da igual cual haya sido tu papel, porque cada lunes con Luis Enrique se parte de cero. Para pisar el césped el fin de semana, es condición necesaria (pero no suficiente) asistir a todos y cada uno de los entrenamientos. En el Barça B, si un día entrenabas con el primer equipo o el seleccionador de turno te llevaba con él, el sábado no eras titular. Prefería jugársela con “los menos buenos” que enviar un mensaje equivocado al vestuario. Lucho no hacía favores a nadie y, si lo creía conveniente, cambiaba el once inicial la misma mañana del partido, sin importar la clasificación o el rival. Confianza sí, pero siempre que haya trabajo.

Con este método consigue tensionar a los jugadores y motivarlos a todos a seguir esforzándose como si cada entrenamiento fuese un examen final, porque de hecho para él lo es. Cada jugador ha de tener claro que la clave para estar en el once inicial es el trabajo semanal. De esta manera, Luis Enrique logra que los titulares se esfuercen para continuar siéndolo y que los suplentes y descartados se dejen la piel para demostrarle que están capacitados para ayudar al equipo.

Una vez llegado el encuentro del fin de semana, Lucho ya sí es más flexible con los errores que puedan cometerse en el césped. Durante los partidos le gusta conceder libertad a sus futbolistas para que maniobren como consideren. Deja que el futbolista piense por sí mismo, dando sólo las indicaciones justas para facilitarles el trabajo. Cuando el árbitro pita el final, empieza de nuevo la carrera por ganarse un puesto en el siguiente once.


MODELO DE JUEGO

El asturiano dejó al Barça B tras haberlo entrenado en 124 partidos: 60 victorias, 39 empates y 25 derrotas. Pero más allá del visible éxito en las cifras, interesa saber cómo se consiguió.

Luis Enrique interpreta el juego desde la posesión, desde utilizar a jugadores de perfil ofensivo y llegar al gol involucrando a muchos futbolistas. Otra cosa es que tenga el perfil de jugador necesario para desarrollar esa idea futbolística, pero se está ocupando de ello a través de los fichajes realizados. “Yo no quiero tener a seis o siete hombres por detrás del balón. Y si puedo marcar 5 goles no marco 4. Ésa es mi idea futbolística y por ello creo que he encajado bien en el Barça“.



El Barça B siempre fue un equipo reconocible, pese a que las condiciones no siempre fueran favorables. Construía desde la defensa, mediante laterales altos, centrales abiertos y un mediocentro que se incrustaba entre ellos. Si el rival presionaba con muchos jugadores, los culés llevaban el balón a las zonas del campo que quedaban despejadas. Así pues, era habitual ver contra presiones muy asfixiantes un envío en largo del portero de turno o Fontàs hacia el lateral adelantado, que ganaba el salto y dejaba en ventaja a sus compañeros para que se hicieran con la segunda jugada.

La responsabilidad de los laterales en la transición resultaba vital, pues Lucho jugaba con gran espacio entre líneas. Si bien es cierto que se perdía cierto control del juego, también se ganaban muchísimos metros para correr y los contraataques culminados por Nolito y Soriano resultaban casi imparables. Los intercambios constantes de los dos delanteros más Benja, sumado a la gran profundidad, obligaba a la defensa rival a mantenerse retrasada.

Quizá el punto más flojo del Barça B de Luis Enrique, a pesar de contar en esa línea con alguno de sus mejores jugadores, era la defensa. Era habitual verles jugar con la línea adelantada, pero tenían una tendencia a recular ante la intimidación rival. Al contrario que el equipo de Pep, el filial defendía al hombre los balones parados. Ya en la última temporada, Lucho liberó a los laterales de responsabilidades en la gestión del balón, lo cual les benefició para incidir más por la banda y generar superioridades en ataque.

Fue un equipo muy cohesionado y profundo, timoneado principalmente por dos interiores escalonados, lo cual les permitía superar líneas con facilidad y situar el balón fuera del alcance de la presión rival, en zona de menor riesgo en caso de pérdida.

En la Roma el sistema también fue un atractivo 4-3-3, pero con más matices que el del Barça B: a veces un mediocentro y dos interiores, otras trivote o Totti combinando zona de mediapunta con trabajo de delantero centro. La idea, la misma: innegociable querer el balón y poseerlo, moverlo con criterio, buscar el gol. Laterales que se convertían en extremos para mejorar el juego exterior en ataque, interiores escalonados y versátiles que creaban superioridad a partir de apoyos dentro y fuera, delanteros que se descolgaban para que los dos extremos se internaran en el área.


¿CÓMO APLICARÁ SU IDEA EN EL CELTA?*

Ahora llega a su tercer equipo y deberá aplicar su modelo futbolístico en la medida que sea posible. “Yo siempre voy a querer jugar así, que mis equipos jueguen así, pero esto dependerá de los jugadores con los cuente”. Lucho ya se está encargando de esto y las incorporaciones de Fontàs, Nolito o Rafinha -entre otros- no dejan lugar a las dudas: nos lo vamos a pasar bien.



En la portería, cuenta con tres hombres para un puesto. El regreso de Yoel Rodríguez a Vigo convertido en un portero más completo y seguro en el 1 vs 1 hace presagiar que el elegido será él, pero el determinante final de temporada del joven Rubén no le pondrá las cosas fáciles. Teniendo en cuenta que Luis Enrique está acostumbrado a rotar porteros a lo largo de la temporada, no sería tan extraño que repartiera minutos.

En defensa, si Hugo Mallo (regresado de una larga lesión hace apenas una semana) quiere volver a ser el dueño del lateral derecho tendrá que vérselas con el joven Jonny, que asumió a la perfección la titularidad cuando su compañero se rompió el ligamento cruzado de la rodilla. Para la banda izquierda, el único hombre en plantilla es Bellvís, pero Luis Enrique cuenta con fichar a alguien más, previsiblemente a Canella del Sporting de Gijón. Juegue quien juegue, a ambos laterales se les pedirá mucha implicación ofensiva (sobre todo dependiendo de los extremos escogidos) y será importantísimo su papel en la apertura de campo durante la posesión. El fichaje de Fontàs, el hombre en el que Luis Enrique confiaba todo el peso de la defensa en el Barça B, no deja lugar a la imaginación: en el Celta 13/14 será innegociable jugar el balón con criterio desde atrás. Acompañando a Fontàs estará, casi con seguridad, Tuñez.

En el centro del campo, Borja Oubiña será el mediocentro titular. Se le exigirá una alta implicación en la salida cuando el equipo tenga el balón y  la misión de organizar la transición defensiva cuando la posesión sea del rival, incluyendo apoyos y coberturas a los laterales. Presumiblemente, el centro del campo lo completarán Rafinha y Álex López, como interiores escalonados. Imprescindible su participación en la presión para recuperar lo más arriba posible y hacer circular el balón a alta velocidad y con criterio.

Por delante, con la llegada de Nolito al Celta -otro de los hombres de confianza de Lucho en el Barça B- se vislumbra una delantera que promete mucho. La línea de tres estará formada por el ex delantero del Benfica, Augusto en el otro extremo y Charles en punta asegurando el gol. Será importante la movilidad de todos los hombres arriba, pues la llegada de los interiores desde la segunda línea podría provocar aglomeraciones nada beneficiosas en el área, algo que ya se pudo ver en la primera temporada de Luis Enrique al frente del filial azulgrana. Tampoco es nada descartable que el técnico asturiano piense en Krohn-Dehli para jugar con dos extremos a banda cambiada y dar protagonismo a la proyección de los laterales.

Más allá de la plantilla o del once, jugadores como el jovencísimo Santi Mina y otros canteranos pueden estar tranquilos, porque Luis Enrique va a contar con ellos. Para Lucho los canteranos son piezas claves y ha ido a parar a un club que se fía de su cantera y la trabaja bien. “En clubes donde no hay urgencia de títulos ni un presupuesto alto, es necesario atender a la cantera. El fútbol es pasión y nada es mejor que formar a jugadores que sientan el club como suyo propio. Fomentar valores, darles sentimiento de club. No hay otra manera”, en esos términos se expresaba el asturiano en mayo de 2011.

Con todo, y después del tortuoso paso por Roma, los indicios son claros: Luis Enrique está en el destino correcto. Buena suerte, míster.


*Artículo escrito durante la primera semana de julio, antes de conocer algunas de las altas y bajas del nuevo Celta de Vigo.

Este informe no habría sido posible sin la ayuda desinteresada de Jaume Marcet. Periodista y experto en la cantera blaugrana.

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