- Artículo escrito para Rondo Blaugrana y publicado el 29 de noviembre de 2013 -
Cada año, una generación juvenil de futbolistas sabe que se acaba su tiempo
en el fútbol base. Que entre mayo y junio sabrán si su futuro pasa por el
Miniestadi o si tendrán que valorar otras opciones fuera de su club de origen.
En el FC Barcelona la criba siempre es especialmente dura aunque sean
muchos los que se quedan. Como es evidente, la situación en la que se encuentre
el filial en ese momento marca las promociones y las salidas. A veces los
buenos tienen que irse porque no tienen sitio en una platilla ya equilibrada y,
sin embargo, en otras ocasiones los menos brillantes tienen la oportunidad de
quedarse gracias a la falta de efectivos.
Se acostumbra a decir, y es cierto, que el salto del Barça B al primer
equipo es complicado, pero no es menos certero que el paso del Juvenil A al
Barça B acostumbra a ser incluso más difícil. La división de honor juvenil es
siempre una categoría dura y disputada, pero nada que ver con las exigencias a
las que está sujeto un filial en toda una Segunda División.
Es de sobra conocida la preparación por la que pasan los canteranos culés
antes de llegar a este momento crucial en sus carreras como futbolistas. Algunos
de ellos dan el salto antes de que se vean obligados por la edad, pero otros -la
mayoría- tienen que darlo acabado su tiempo como juveniles.
Hoy, con el Barça B en una situación delicada, el devenir de la generación
juvenil del 95 es especialmente difícil de prever. Si se siguen acumulando
malos resultados y el equipo acabase descendiendo, el único punto positivo que
se podría sacar de ello sería la promoción de más juveniles, dada por el poco
interés del club en gastar en fichas y fichajes en una división inferior (algo
que se ha demostrado a lo largo del tiempo). Pero si junta directiva, staff
técnico y jugadores reaccionan y salvan la categoría, se va a tener que filtrar
cuidadosamente a los once jugadores nacidos en el año 1995 que actualmente
forman parte de la plantilla del Juvenil A.
En este artículo vamos a intentar hacer nuestra propia selección y a
analizar brevemente a los cinco futbolistas que, si nada se interpone, subirán
al Barça B casi con toda probabilidad.
Ondoa: El portero camerunés es uno de los señalados
desde que llegó al club. Su físico poderoso y gran envergadura (1’86 m, 78 kg),
no le restan agilidad y elasticidad. Ha mejorado mucho el uso de ambos pies,
dando buena salida al balón tanto en corto como golpeando en largo. De carácter
valiente en el campo y trabajador fuera de él. Los tiros a cualquier altura son
su especialidad y está centrado en mejorar su 1 vs 1.
Munir: Delantero o extremo en cualquiera de las dos
bandas. Una de las joyas más brillantes de la corona. Utiliza bien ambas
piernas aunque la mejor es la izquierda. Jugador comprometido, muy trabajador y
sacrificado sin balón. Con balón es excelente y su especialidad es el desborde,
difícilmente se le verá perder nunca un 1 vs 1. Desde que llegó al club en el
2011 se ha consagrado como uno de los goleadores más eficaces de la Masía y ha mejorado
mucho su faceta aérea.
Godswill: Lateral diestro. Ha ido subiendo escalones desde
la sombra, sin llamar demasiado la atención pero cumpliendo siempre. Su
trabajo, humildad, dedicación, constancia y capacidad de superación le han
llevado hasta la puerta del Miniestadi y la carencia de laterales derechos de
calidad en la plantilla filial facilitaría su promoción. Destaca por su
fortaleza física, velocidad y, especialmente, por su disciplina táctica y
colocación.
Ebwelle: Es un extremo puro, de lateralidad diestra aunque
se siente más cómodo jugando en la banda izquierda, porque a pierna cambiada
desborda con más facilidad. Tiene una gran velocidad punta y junto a Adama
forman –formaron- la pareja de extremos más rápidos que se recuerda en el
fútbol formativo culé. Tiene capacidad goleadora, aunque cuando se sitúa en la
banda derecha mengua porque no se interna con la misma soltura.
Roger Riera: Central diestro que puede actuar con solvencia en
ambos lados del eje. Es muy profesional y de carácter jerárquico, siempre dando
órdenes y manteniendo concentrados a sus compañeros. Es rápido, agresivo, acostumbra
a ganar todas las disputas aéreas y coloca muy bien la línea defensiva. Como a
Godswill, los pocos centrales disponibles en el Barça B, podrían facilitarle el
ascenso. Aún así, tiene algunas carencias que corregir, especialmente debe
ganar velocidad de reacción y mejorar el desplazamiento en largo (aunque en el
último año ha trabajado mucho este aspecto).
Aunque seguramente en un plano distinto al de los ya mencionados, del 95
también son Maxi Rolón y Jose Aurelio Suárez. El primero puede
jugar tanto de delantero centro como de extremo y aporta profundidad y desborde
al equipo, además de ser muy rápido y saber enviar centros precisos al área. El
segundo es un portero ejemplar que esta temporada se está exhibiendo cada vez
que juega gracias a su perfección técnica, envergadura y espíritu de
superación. Depende de las bajas que haya en la portería del Miniestadi, no
sería de extrañar que ascendiera junto con su compañero Ondoa.
Pedro Godoy (delantero centro ambidiestro llegado la
temporada pasada del Espanyol), Joel
Huertas (interior diestro polivalente, inteligente, veloz en el gesto y trabajador)
y Jordi Ortega (mediocentro zurdo
que ha demostrado gran rendimiento pero al que su puesto le resta opciones)
completan la lista de jugadores del 95 con posibilidades de ascender, aunque
quizá son los que lo tendrán más difícil.
Que esta generación es una de las más proliferas en los últimos años lo
demuestra el hecho de que Grimaldo, Sergi Samper, Bagnack, Dongou y Sandro ya
están en el filial y al menos tres de ellos son titulares indiscutibles a estas
alturas de la temporada.
Sin embargo, el talento no le va a bastar a esta quinta de futbolistas,
como no les bastó a la del 94, a la del 93 ni a la del 92. Necesitarán suerte,
porque muchas veces la balanza la decanta el azar. Necesitarán que sus mayores
sean capaces de mantener una categoría que se advierte más difícil que nunca.
Y, sobre todo, necesitarán exprimir al máximo estos cinco meses de trabajo que
tienen por delante para convencer a técnicos y directivos de que están preparados
para dar salto. De que, muchos de ellos, llevan más de media vida trabajando
para ello.
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