En Vigo no es fácil ser “el hijo de Mazinho” y en Barcelona no lo
es más ser conocido como “el hermano de
Thiago”. Rafinha quiere hacerse un nombre propio y, con 21 años recién
cumplidos, se está destapando en esta segunda vuelta como uno de los
futbolistas de la Liga.
En el ámbito físico, Rafa Alcántara reúne algunas de las
cualidades estrella. No es demasiado alto (1’77m) pero sabe sacarse partido en
el salto supliendo la falta de centímetros con anticipación y coordinación.
Su excelso tren inferior le da la una buenísima capacidad
de aceleración y le permite ejecutar unos cambios de ritmo vibrantes. Su
velocidad de desplazamiento se debe en gran medida a la amplitud de su zancada.
Sin embargo, es pausado en el gesto y la reacción, no acostumbra a jugar a un
ritmo muy alto pero domina muy bien el tiempo y el espacio y en cualquier
momento puede cambiar el ritmo y la dirección del partido. Aporta dinamismo y
es enérgico, aunque en ocasiones puede resultar demasiado agresivo en acciones
defensivas.
Su tono muscular es atlético y aguanta bien los partidos
que juega completos o en los que se le exige más físicamente. Es un jugador de
esfuerzos cortos, aunque no entiende de dosificación según la posición del
campo en la que se sitúe.
Rafinha es zurdo y siempre que el espacio y el tiempo se
lo permiten, utiliza esa pierna y orienta el cuerpo en consecuencia. A pesar de
ello, su dominio con la diestra es bueno y no se priva de usarla cuando la
jugada lo pide: también se siente cómodo ejecutando a partir de ella, ya sea en
el regate o en control.
Psicológicamente es muy duro. Su carácter y espíritu competitivo seguramente sean los factores que más le han hecho crecer. Aunque en su llegada al Celta lo pareciese, Rafinha es un futbolista que no se asusta fácilmente con la presión y no se acompleja ante nadie. Asume responsabilidades –y riesgos-, pide y ofrece el balón, encara y es agresivo. Aunque a veces yerre, su personalidad en el campo está fuera de toda duda y a su corta edad ha demostrado capacidad de liderazgo y lo ha ejemplificado con su activación y actitud durante los partidos.
Su técnica es depurada, aunque no es recargado y busca siempre la eficacia sin adornarse. Sobresale especialmente en el dominio del balón, tanto para conducirlo como para controlarlo y retenerlo. Su absoluta seguridad en el pase en corto le convierte en un buen organizador, juegue en la posición que juegue. Su inventiva es genial y sale airoso de las más controvertidas situaciones sin despeinarse demasiado, pero a pesar de ello no es en él lo más destacable porque, como comentaba, sus dotes de organización son aún más extraordinarias. Tiene la sangre fría necesaria para temporizar en situaciones y zonas comprometidas, esperando la llegada de compañeros para ceder el balón. Sabe atraer para desbordar y generar superioridades y éste es uno de los aspectos que más está agradeciendo el Celta. Es muy astuto, descifra los espacios en los que sus compañeros más cómodos se sienten y se los regala. Su análisis durante los partidos es muy bueno, algo que no vemos con demasiada frecuencia en jugadores de esta edad a los que, normalmente, el nerviosismo les ciega y es recurrente verles cometer errores.
Con balón tiene un buen regate hacia ambos lados y desde la banda se ha hecho evidente que puede ser un gran centrador, algo que intuíamos porque sus roscas son excelsas. Maneja, además, el golpeo de balón con ambas piernas y aquí, especialmente tras salir de regate, sí cuenta con velocidad para armar el disparo. Como centrocampista se especializó en la llegada desde la segunda línea y obtuvo buenas cifras goleadoras en el filial blaugrana.
Sin pelota, destacan sus movimientos con el cuerpo, y en fase defensiva choca sin problemas y no le importa ir al suelo a robar un balón. De hecho, en el Barça B se dio a conocer como un gran recuperador.
En el ámbito táctico, si por algo
destaca especialmente es por su grata polivalencia. En su corta trayectoria
como profesional ha demostrado facilidad para adaptarse a lo que sus técnicos
quieren y esperan de él, convirtiéndose así en un perfil extraño al que es muy
difícil clasificar. Ha jugado en todas las posiciones del centro del campo y de
ataque en el 4-3-3. Tanto de extremo e interior en ambas bandas, como de falso
9 e incluso de pivote en la base con la selección. Todas las posiciones las ha
adoptado en uno u otro momento de su carrera. Es esa movilidad la que le ha
capacitado para influir en diversas zonas del campo y saber en cada situación
que dirección escoger para continuar o finalizar la jugada a conveniencia.
Su sola presencia es un plus para
la circulación del balón y, como centrocampista, abre espacios en corto o
verticaliza cuando puede, siempre dándole calidad a la posesión. Sin balón,
como comentábamos antes, está muy implicado en labores defensivas y muerde en
la presión.
DE BLAUGRANA
Rafinha llegó al FC Barcelona un
año después que su hermano Thiago y con 13 años ya había alguno que se atrevía
a decir aquello tan escuchado de “será mejor que su hermano mayor”. En el
fútbol base, su temporada más destacada fue la que le valió el ascenso al Barça
B. Fue la de 2010/2011, cuando logró el triplete (Liga, Copa de Campeones y
Copa del Rey) junto a un Juvenil A histórico (Deulofeu, Sergi Gómez, Oriol
Rosell, Gus Ledes y Espinosa entre otros).
Ese año, imitando la propuesta de
Pep Guardiola en el primer equipo, el Juvenil A empezó a jugar con falso 9 y
Rafinha fue el elegido para dicha tarea. Así pues, a las órdenes de Òscar
García, el brasileño fue utilizado en los diferentes partidos como interior en
ambos lados, media punta, volante y falso delantero centro.
Su adaptación al rol fue tal que
Luis Enrique no tardó en llamarle para alinearlo en el Miniestadi y en más de
un partido (contra el Celta en casa, por ejemplo) tuvimos la oportunidad de
verle jugar junto a su hermano Thiago –ambos como interiores- y con Jonathan
Dos Santos guardándoles la espalda.
La temporada 2011/2012 significó
la consagración de Rafinha en el Miniestadi, siendo el jugador más utilizado
por delante de los veteranos. Estuvo a caballo entre la posición de interior y
la de falso 9 y acabó la temporada con nueve goles en su cuenta personal (solo
uno por detrás de Deulofeu, que fue el pichichi del equipo).
Normalmente, los jugadores a
estas edades necesitan mucho tiempo para adaptarse a roles diferentes a los que
están acostumbrados. Rafinha, sin embargo, fue de los pocos futbolistas que esa
temporada consiguió destacar por encima del gris del colectivo y, junto con el
ya mencionado Deulofeu, fue el que se echó el equipo a la espalda cuando los
más veteranos de la plantilla estaban de capa caída.
Rafa, que parecía destinado a
jugar como interior toda su vida, destacó más que nunca como falso delantero
centro en el 4-3-3 aunque sus grandes partidos siguió jugándolos en el interior
al lado de Sergi Roberto. Se convirtió entonces en un experto en el juego entre
líneas y en más de una ocasión controló los tiempos mejor que muchos de sus
compañeros. Rafinha fue clave en los mejores partidos que jugó el equipo y su
trabajo no era otro que el de reposar el juego, distribuir hacia los extremos
para oxigenar y acelerar los contraataques.
La temporada pasada, con un Barça
B colmado de interiores, lo vimos algunos partidos cayendo a la banda y
ubicándose como extremo, aunque el equipo siempre pareció echarle de menos más
centrado. Todo parecía evidenciar, pues, que el futuro de Rafinha como
futbolista profesional estaba en posiciones interiores. Hasta ahora.
ERASMUS EN VIGO
Cuando el FC Barcelona pensó que,
dadas las circunstancias, lo mejor para ambas partes era ceder al jugador,
Rafinha tuvo claro cual quería que fuese su destino. Hubo ofertas de equipos
Premier a los que el club hubiera preferido mandarle (cubrían casi la totalidad
del sueldo del jugador), pero el brasileño insistió en que quería ir al Celta
del recién fichado Luis Enrique.
En Vigo no lo ha tenido fácil.
Llegó a Balaídos casi como un héroe, con el nombre de su padre cargado en la
espalda y más presión de la que había tenido nunca. En el filial culé no todo
fue un camino de rosas, pero la presión de un filial no es la misma que la de
un club y una ciudad que le hacen sabedor de la necesidad de cumplir unos
mínimos. Así que durante el inicio de la temporada no ha jugado tranquilo y la
Primera División se le ha hecho cuesta arriba.
El curso comenzó con Augusto más
escorado a la banda y Rafinha por dentro como acostumbraba hasta el momento,
pero curiosamente, donde más confiado y acertado se ha mostrado ha sido abierto
y arriba. Allí es donde ha encontrado el tiempo y el espacio que necesita para
maniobrar y reaccionar.
Personalmente, creo que el Celta
le necesitará en ambas posiciones en lo que resta de temporada y las permutas
con Augusto van a ser constantes y útilísimas. Su verticalidad será necesaria
por dentro contra rivales muy cerrados pero ahora mismo su buen hacer en banda
se antoja imprescindible.
El 4-1-4-1 del Celta parece hecho
para que Rafinha juegue abierto. En este sistema de Luis Enrique la implicación
de los extremos es muy importante en el entramado de pases y en el grueso del
juego del equipo. Desde posiciones más cercanas al gol, explota al máximo sus
cualidades físicas, su uno contra uno y su desborde, pero también las mentales.
Se ha erigido como un gran organizador, capaz de poner tranquilidad y
coherencia al juego y de ordenar al Celta desde la banda.
Rafinha le da al conjunto vigués
ese punto de intimidación y peligro ante los adversarios, es un extremo que
cansa muchísimo a sus marcadores porque es totalmente imprevisible en la recepción
y eso hace que se le busque mucho y se le haga partícipe de la circulación del
balón. Tras recibir, gana muy frecuentemente la línea de fondo y sus centros ya
han supuesto goles en los últimos partidos. Así que, además de aparecer y
desequilibrar más, también resuelve más.
A parte de esto, Rafinha como
extremo también ha resultado ser un buen recurso defensivo, puesto que el
repliegue estaba siendo una asignatura pendiente para los hombres de Luis
Enrique y Rafa es de los que muerde.
Y EN JUNIO, ¿QUÉ?
La pregunta está clara: ¿Qué le
deparará el futuro? Lo cierto es que, a día de hoy, ni siquiera sabemos en qué
posición se desarrollará.
Si la temporada que viene regresa
al Barça como está previsto, todo indica que jugará entre poco y muy poco. No
sería una desgracia, puesto que todo canterano que se precie calienta el
banquillo antes de pisar el césped. Pero este Rafinha ya no está para ser un
descartado ni el suplente del suplente de nadie, entre otras cosas porque ha
demostrado tablas para ser titular en un Primera y aún le quedan tres meses
largos por delante para seguir haciéndolo.
El Celta, por su parte, intentará
alargar la cesión un año más. Como hemos comentado, el brasileño es ya pieza
clave del puzle de Lucho y en Vigo consideran que hacerse con sus servicios
durante otra temporada sería beneficioso para todas las partes. Tanto Rafinha
como su padre han declarado que la intención del futbolista es hacer carrera en
el Barça, pero lo cierto es que difícilmente Rafa le haría ascos a continuar
cedido en un club al que quiere y el cual le ofrece más minutos en las piernas
que cualquier otro.
Si sigue en Balaídos, su rol
continuará siendo seguramente el de extremo con tendencia a irse por dentro y
permutar. Si vuelve al actual Barça, con la cantidad de interiores afianzados
que hay, es muy probable que en algún partido le viésemos también jugando
arriba y en banda como suplente de alguno de los titulares. El tercer escenario
sería que hiciese carrera fuera de España. En las oficinas del FC Barcelona, el
teléfono suena repetidamente con ofertas inglesas no fáciles de ignorar y quizá
es la Premier League el lugar que más futuro y espacios le ofrece como
centrocampista de nivel.
Rafinha quiere al Barça, sí. Pero
el Barça deberá demostrar cuánto quiere a Rafinha antes de que el jugador
advierta mejor futuro lejos del Camp Nou, tal y como hizo su hermano.
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