- Artículo escrito para Rondo Blaugrana y publicado el 3 de abril de 2014 -
La lesión de Víctor Valdés, uno
de los pilares fundamentales del equipo y uno de sus futbolistas más
determinantes, vuelve a poner la mirada del aficionado culé en la cantera. Más
allá de la trascendencia deportiva y sentimental que guarda la lesión de Valdés
y con Pinto como titular indiscutible para lo que resta de temporada, es un
buen momento para repasar el estado de los porteros en el fútbol base.
Una posición controvertida
Siempre ha existido y siempre
existirá la dificultad para captar y fichar porteros en el FC Barcelona, así
como para que estos vayan escalando categorías al mismo ritmo que el resto de
jugadores. La portería es, sin lugar a dudas, la posición en la que más cuesta
afianzarse para hacer carrera en un club como el Barça.
Pese a que existen casos, los
guardametas que llegan al club en las categorías más inferiores no acostumbran
a escalar más allá de cadetes o juveniles. La realidad es que en benjamines,
alevines e infantiles los porteros no están exigidos durante los partidos ya
que apenas participan. En 2011, explicaba Zubizarreta a Martí Perarnau (“Senda de Campeones”), que tanto los
ojeadores como los técnicos blaugranas tenían que hacer un esfuerzo para
continuar viendo en el portero la figura de un tipo que para balones y no el de
un jugador de campo. Que tenían que esforzarse en no ver al guardameta como un
libre, porque en la mayoría de partidos la posesión de balón es tan elevada que
el portero acostumbra a intervenir más con los pies que con las manos, hecho
que nos lleva a olvidar que están allí para parar. La realidad es que sí, los
porteros más jóvenes de la Masía están mucho más exigidos en los entrenamientos
que en los encuentros del fin de semana y no es nada fácil crecer en esas
circunstancias.
Pero para los ojeadores tampoco
lo es el detectar a arqueros de garantías paras categorías más allá del cadete.
Tanto en Cataluña como fuera, existen muchos buenos porteros que paran balones,
pero son escasos los que están capacitados para jugar muchos metros por delante
de la portería, con referencias lejanas y movilidad continua, y que sepan
permanecer inmutables y tranquilos cuando los centrales tocan el balón a tres
metros de la línea de gol.
A esto hay que añadirle, además,
que una vez llegados al fútbol profesional culé (primer equipo, filial y
Juvenil A) la competencia entre porteros es feroz y conseguir la titularidad es
un reto en el que participan muchos. Personalmente, llevo tiempo comentando que
contar con seis guardametas para el primer equipo y el filial es una
exageración completamente innecesaria que a la larga no sirve para nada más que
para cortar la progresión de muchos de ellos. En mi opinión, creo que el límite
entre ambos equipos debería estar en cinco porteros aunque yo incluso apostaría
por cuatro. Y es que, si actualmente las cosas fueran a peor y el primer equipo
necesitase echar mano de un tercer portero, ¿no estaría Masip – que lleva
jugando toda la temporada – más preparado para ejercer como tal que Oier que ni
siquiera ha pisado el césped?
Lo mismo pasa con el Barça B. Es
muy triste observar como jugadores que habían rendido tan bien cuando disponían
de minutos, como es el caso de Bañuz, ahora entrenan para ir a la grada jornada
tras jornada.
Lo que se viene
Si todo va según lo previsto, de
los actuales en la plantilla del filial la temporada 2014/2015 sólo quedará Adrià Ortolà. El alicantino es un
portero muy ágil y flexible, que va muy bien por alto y de técnica excelente en
el blocaje. Ha demostrado solvencia con los pies en los encuentros en los que
ha tenido que suplir a Masip (siete partidos, 630 minutos en total) y se ha
hecho con el título de portero suplente por delante de Miguel Bañuz.
Bañuz, tras una campaña brillante en el juvenil de Òscar García, ni
ha tenido ni está teniendo presencia en el Barça B de Eusebio: menos de 200
minutos jugados el curso pasado y ninguno en el actual. El de Elche posee una
mentalidad ambiciosa y es difícil verle rendirse, pero pese a que ha trabajado
mucho para mejorar sus déficits, no vamos a volverle a ver de blaugrana porque
lo lógico sería que abandonara el club en verano y buscara minutos lejos del
Miniestadi. Condiciones no le faltan.
Por otra parte, es normal que
Eusebio Sacristán no se arriesgue con las rotaciones en portería cuando el
titular tiene el nivel de Jordi Masip.
El sabadellense es un arquero muy elástico, veloz en el desplazamiento, con un
alto grado de activación y concentración. Técnicamente es casi perfecto; experto
en el blocaje, de estiradas imposibles y con más habilidad en el juego de pies
que la mayoría de los porteros de la élite. Retenerle un año más en el
Miniestadi sería cortar su progresión y su lugar debería ser el Camp Nou.
Pese a las más que probables
marchas de dos de los tres porteros del Barça B, el Mini no estará falto de efectivos
en la portería ya que es esperable que tanto Ondoa como Suárez asciendan en
verano.
Joseph Fabrice Ondoa fichó en 2009 por el cadete culé - proveniente
de la Fundación Samuel Eto’o – y desde entonces no ha dejado de ser uno de los
porteros más destacados temporada tras temporada. El camerunés cuenta con un
físico poderoso, una mentalidad trabajadora y valiente y un gran golpeo con
ambos pies. Esta temporada le han marcado solamente nueve goles en liga. Ondoa
comparte la portería del Juvenil A con José
Aurelio Suárez. Éste último está siendo, para mí, la revelación de la
temporada y, sin duda, uno de los porteros más destacados de la cantera. El
asturiano llegó a Barcelona en la temporada 2011/12 y su progresión ha sido
meteórica desde entonces. Sus dos primeras temporadas como juvenil ya fueron
buenas pero cada día que pasa es mejor y más completo. Portero jerárquico de
gran envergadura, espigado, potente en el juego aéreo, de intachable colocación
en el área y en constante progreso con los pies.
Tras ellos, ya en el fútbol
formativo, también las porterías están a salvo con hombres como Guillermo Lara (Juvenil B), que esta
temporada se está irguiendo como uno de los pilares fundamentales de un equipo
al que solamente le han marcado 18 goles en 27 jornadas.
Y más abajo todavía, destaca
especialmente lo bien cubierta que está la portería del Cadete B con un Iñaki Peña al que su dominio del área, estiradas
e imbatibilidad desde los once metros le han llevado a ser seleccionado antes de
tiempo con el combinado español sub16.
No son pocos los porteros de calidad que crecen en las
categorías inferiores, pese a que de los infantiles hacia abajo es difícil
dictaminar nada puesto que, como comentaba antes, su intervención en los
partidos en muchas ocasiones es anecdótica. Los que ya juegan en el fútbol
profesional del club, sin embargo, han demostrado sobradamente sus aptitudes y
su buen hacer y aunque es imposible que lleguen todos (ni siquiera la mitad),
sería insólito que alguno de ellos no acabe defendiendo tarde o temprano la
portería de un Camp Nou que lleva años ocupada por un guardameta que hizo el
mismo camino que ellos y que ha cambiado por completo la manera de entender el
rol del portero culé.
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